
Estudios recientes confirman: bajo un estrés elevado, las personas tienden a recurrir a alimentos ricos en calorías, y las dietas a corto plazo sin abordar la salud mental producen resultados inconsistentes. Un informe de la Asociación Americana de Psicología destaca niveles generalizados de estrés relacionados con patrones de alimentación desordenada (APA, 2024).
Estrés y emociones como desencadenantes
Las emociones aumentan la sensibilidad a las señales alimenticias y realzan el atractivo de los alimentos 'sabrosos'. Las revisiones neuropsicológicas muestran que las emociones negativas activan los sistemas de recompensa y el deseo por la comida, lo que lleva a una ingesta desinhibida (Frontiers in Psychology, 2023). En estudiantes, la alimentación emocional se ha relacionado con ansiedad, depresión y estrés, afectando la calidad de vida (Alexatou et al., 2025).
Impulsividad y anticipación de recompensa
Algunas personas propensas a la sobreingesta muestran mayor impulsividad y preferencia por recompensas inmediatas. Un estudio clínico encontró que la tendencia a episodios de sobreingesta está asociada con una preferencia más fuerte por recompensas 'rápidas' y patrones neurofisiológicos alterados en la toma de decisiones (Journal of Eating Disorders, 2024). Por otro lado, ensayos clínicos aleatorizados muestran que el entrenamiento en mindfulness puede reducir la anticipación de recompensas alimenticias a nivel cerebral, ayudando a controlar los antojos (Frontiers in Nutrition, 2023).
Intervenciones efectivas: alimentación consciente y psicoeducación
La alimentación consciente, probada en ensayos clínicos aleatorizados, reduce la sobreingesta emocional y mejora la calidad de la dieta, aunque su impacto en el peso corporal es a menudo moderado y no siempre sostenido (Minari et al., 2024). Un estudio controlado de 2025 sobre programas de psicoeducación nutricional personalizada aclaró las conexiones entre la alimentación emocional y factores individuales, pero su efecto a corto plazo en la sobreingesta emocional fue limitado; los autores abogan por programas más largos y completos (Med. Sci., 2025). Conclusión: los mejores resultados provienen de combinar la gestión del estrés, habilidades de autorregulación, planificación de comidas y cambios graduales y realistas en los hábitos.
Consejos prácticos: sé amable contigo mismo
- Gestiona el estrés: Prueba ejercicios de respiración, pausas breves o un diario de emociones; para síntomas persistentes, busca apoyo profesional (ver APA, 2024).
- Aborda los desencadenantes: Identifica las situaciones de alimentación emocional y prepara alternativas de antemano (por ejemplo, salir a caminar, llamar a un amigo, tomar agua o un refrigerio rico en proteínas).
- Evita restricciones estrictas: Las prohibiciones rígidas aumentan el riesgo de recaídas; opta por una dieta flexible y satisfactoria con control consciente de las porciones (RCT 2024).
Cuándo buscar ayuda profesional
Si la sobreingesta va acompañada de una sensación de pérdida de control, secretismo o vergüenza intensa, puede ser indicativo de un trastorno por atracón. Las directrices actuales están descritas aquí: Mayo Clinic (2024). Consultar a un psicólogo clínico, psicoterapeuta o médico es un paso hacia la recuperación, no una señal de debilidad.
Descargo de responsabilidad: Este contenido tiene fines informativos y educativos únicamente y no sustituye el diagnóstico ni el tratamiento profesional. Si experimentas problemas persistentes con la alimentación, el estado de ánimo o el bienestar, consulta a un profesional cualificado.