
Un equipo de investigadores en Alemania analizó datos longitudinales del panel SOEP y encontró que cuando los hijos abandonan el hogar parental, parte de las madres y los padres experimentan una caída notable en la satisfacción con la vida y el bienestar emocional. El efecto no es universal, pero sí estadísticamente significativo y muy sensible al contexto — por ejemplo, a dónde y «por qué» se marcha el hijo (estudios, trabajo, relaciones) y a la rapidez con que se reestructuran los roles familiares (Collischon, 2024; Piper, 2021).
Por qué golpea más en la mediana edad
Un doble cambio: rol e identidad
El «nido vacío» suele coincidir con retos típicos de la mediana edad —revaluación de objetivos, cambios en la posición laboral y familiar—. Las revisiones de la investigación subrayan que en este periodo los mecanismos de regulación emocional son más vulnerables, y el bienestar depende en mayor medida de la calidad de las relaciones y del sentido de los roles cotidianos (Galambos et al., 2020). Además, las diferencias culturales importan: en sociedades con fuerte interdependencia familiar, el hogar vacío se asocia con más frecuencia a la soledad, mientras que en culturas más individualistas algunos progenitores sienten alivio por la disminución de cargas (Hartanto et al., 2024).
Qué intensifica o atenúa la caída
«A dónde va el hijo» y cómo viven los padres
Los datos alemanes muestran que la caída en la satisfacción es menor cuando el hijo se va a estudiar: los padres tienden a dar a este cambio un significado positivo; es mayor cuando la marcha está relacionada con incertidumbre o conflictos. El riesgo aumenta si los padres tienen un círculo limitado de roles sociales: «la vida = hijos» convierte la transición en un «dolor por pérdida de rol».
Plan práctico — con cuidado hacia uno mismo y la relación
1) Redefinan roles y rutinas
Elaboren una «matriz semanal» sin tareas relacionadas con los hijos: tiempo para la pareja, la salud, los amigos y el aprendizaje. Pequeños rituales estables —paseos, deporte, encuentros— devuelven la sensación de control y previsibilidad.
2) Mantener la conexión pero respetar la autonomía
Acordar con el hijo la frecuencia de contacto («llamada los domingos», mensajes breves entre semana). Esto reduce la ansiedad de la espera y respeta la independencia del joven adulto.
3) Amplíen la red de apoyo
Inviertan en lazos horizontales: amigos, colegas, comunidades. Las investigaciones muestran que el apoyo social atenúa la experiencia del nido vacío y estabiliza el estado de ánimo.
4) Detecten signos de depresión — y actúen
Si durante más de dos semanas persisten la tristeza, alteraciones del sueño o del apetito, o pérdida de interés, es motivo para buscar ayuda profesional. La psicoterapia puede ayudar a procesar la pérdida de rol, fortalecer habilidades de autorregulación y reconstruir el sentido vital.
Descargo de responsabilidad: Este material tiene fines informativos y educativos y no sustituye la consulta médica o psicoterapéutica. Si empeora su estado de ánimo de forma sostenida, tiene pensamientos de autolesión o corre riesgo, póngase en contacto con un profesional cualificado o con los servicios de apoyo.